dimarts, 21 de maig del 2013

El besugo


El otro día compré un besugo en el mercado. Teníamos algo que festejar, no que celebrar, pero ahora mismo no recuerdo qué. El Mercado del Cabañal tiene una zona de pescadería más que aceptable y respetable. Puede que no llegue a la espectacularidad marítima de la que tanto se pavonea el Mercado Central, pero, en general, es mucho más honesta. Las navajas más pasadas de fecha que jamás he visto y olido, me las endorsaron como recién afiladas -es un chiste- en uno de los puestos del tan remodelado y controvertido Central. Bueno, pues a lo que íbamos. Te'l netege, mante?... No, gràcies, no cal… Y es que ciertas responsabilidades nunca deben ser compartidas. Es mi besugo, si yo me lo guiso y yo me lo como, pues… yo lo eviscero. Además, el pobre besugo aún conservaba esa mirada de besugo tan típica de los besugos, claro, y de los que no son besugos pero lo parecen, y decidí que sólo yo acabaría con ella, le debía eso. Al llegar a casa metí el besugo en el frigorífico. Podría haber dicho nevera, pero una fulminante asociación con el mardito inglés -never- me puso a la defensiva, sobre aviso. ¿Nunca? ¿Nunca qué? ¿Qué es lo que nunca sería?  ¿Nunca más? Nevermore? ¿No habría comprado un cuervo en lugar de un besugo? Abrí la never, saqué la bolsa blanca de fino plástico humedecido que aún olía a mar, en su interior reposaba el envoltorio de papel de estraza gris cuyas zonas más húmedas habían ennegrecido precipitadamente, sin causa aparente; destapé parte del paquete apartando una esquina seca de la hoja y allí estaba la mirada de besugo del besugo. Me tranquilicé, claro, como hubiera hecho cualquier besugo al reconocerse. No era un cuervo. Y decidí limpiarlo. No quería más sobresaltos. Nervermore. ¿Dónde están las tijeras? ¿Por qué no están en su sitio?... Pues junto a los cuatro cacharros sucios, cómo no?; al fondo del fregadero, dónde si no? No seré tan besugo de preguntarme quién había sido. Yo no, desde luego. Que quede claro, como el atún -es otro chiste. Mientras despejaba el fregadero y limpiaba las tijeras, tuve la estúpida sensación de que alguien me estaba observando. O bien, la sensación de que algún estúpido limpiaba las tijeras. Me gire receloso sobre mi espalda. No había nadie, o alguien, no había alguien. Qué estúpido! Pero el neguit, la desazón, el desasosiego, sin libro -otro chiste- seguía. Y entonces advertí lo mayúsculo del asunto. Era el besugo, era la mirada de besugo del besugo la que fiscalizaba todos mis movimientos, sobre todo los relacionados con las tijeras. Hice la comprobación. Cogí las susodichas, y sus pestañas se erizaron -ya sé que no tienen pestañas, es un recurso literario- sus cejas -ídem- se arquearon, se circunflejearon, y sus pupilas -nec idem- se dilataron. Oh!, dios mío, estaba vivo. Y ahora quién mata al besugo? Yo no, desde luego. Que quede claro, como el… Rápidamente llené de agua la fuente (sic) de pyrex, que cual última morada allí paciente le esperaba. Y sumergí el besugo. Fue estar cubierto de agua y comenzar a hablar. ¿A qué me recuerda esto? Bueno, más que hablar, a hacer la letra "o" con su boquita, y cientos de burbujitas con sus palabras-aliento. Ooooooo… Ooooooo… Oooooo… ¿No me digas?... Sorprendentemente, yo comprendía el lapapyb (lengua aragonesa propia de algunos peces y besugos) Parece ser, por lo que me dijo, que lo pescaron mientras se preparaba para una función. Quería triunfar en el mundo de la comedia submarina. ¿Qué hace una rata con una metralleta?... Pues, no sé, ¿matar gatos? ¿matagatos? ¿Sofía Mazagatos?... Ratatatatatatata -es un chiste, me aclaró-… Ah!... Entonces, se puso una piel de borrego, como de pastor, y me dijo: "No se cerrarán estaciones, pero el tren no parará en ellas". Y a mí, me entró la risa tonta, mira. Oye, que no podía parar. No es mío, volvió a aclararme. Ah!, lo siento… No, no. Es que son insuperables… Quiénes?... Pero no me lo quiso aclarar. De pronto, se encasquetó una melena tipo casco de Darth Vader y puso mandíbulas de geyperman. Hola, soy Fátima, y los jóvenes no emigran, amplían sus horizontes. Y más risa tonta. Sacó un marco cuadrado de sus agallas. Se puso tras él. Con unas gafas y una barba de pega compuso el personaje. "Si no hay más preguntas". Yo estaba por los suelos, no podía parar. Y sin solución de continuidad -no es un chiste- se puso dos cejas circunflejas. Yo creía que me moría. ¡Para, para, por favor! ¿Entiendes?, me dijo. Son inalcanzables. Pero quiénes son estos crakcs, le pregunté. Da igual -me respondió- si no triunfo como artista, me dedicaré al ciclismo. Y tanto cariño le había cogido a esas alturas ciclistas al besugo, que no me atreví a decir nada sobre sus aletas.

4 comentaris:

  1. Sigo haciendo salud, aunque no sé si debiera preocuparme por la tuya :-)))

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  2. ¿Lo dices por mi don de lenguas? A mí también me preocupa, no creas. Fui el primer sorprendido por entender el Lapapyb. (Oooooooo) Que quiere decir: un abrazo.

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  3. muy bueno el post y espero que también el besugo :-))) beset!!!

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  4. El besugo está en el bidet. Te manda un beset: Ooooooomua! I jo també.

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