Siempre que puedo, contando con el permiso de la autoridad -don dinero- y si el tiempo no lo impide, aprovecho la mañana del miércoles para darle a los pedales. Hace tiempo que estas escapadas de entresemana se han visto defraudadas por un régimen de vientos fortísimos que conseguía o dejarme en casa vestido de oro y negro y a la espera -con o sin montera- o, lo más habitual, hacerme dar media vuelta al ruedo a medio camino de media plaza de media nada. Hoy miércoles, día 20 de febrero del año en curso, como el viento ha decidido desinflarse tras conseguir derribar un par de objetivos estratégicos: la escultura parlante de Ripollés y la glorieta millonaria de la Ciudad de la Luz, ha venido la lluvia para sustituirlo. Y aquí estoy, sin pedales sin rotondas sin palomas caídas -non totus tuus- y con deberes. (No, no estoy vestido de oro y negro. Ni llevo montera en la intimidad) He de preparar la comida. Suelo hacerlo todos los días. Pero hoy, con toda la mañana por delante, voy a emprenderla con una ensaladilla rusa casera. Una ensaladilla "de aquí te espero", de "nihil obstat". Algo laborioso, lo reconozco, pero gratificante en todos los sentidos del término, con o sin sobre. Nihil de congelados. Nihil de precocinados. Nihil de pre-preparados. (Malditas redundancias) Lo mejor para una ensaladilla, amén de rusa, son los productos del día. Bien frescos. Por ejemplo, la susodicha rotonda de la Ciudad de la Luz. Una buena base. Bien cocidita, pero con su turgencia. Nada de ir aguando los ingredientes. Cocido al vapor de los hechos: 2'3 millones de €, y una ventolera la tira a tierra. Por cierto, ha sido comenzar a trocear daditos de la rotondum, y ya quiere salir el tentador rey sol invitándome a dejar el noble arte culinario por el innoble vicio del pedaleo. Y hablando de nobles innobles, añadiré algo del llamado coronavirus, que por lo visto a todos gusta y a todos placet, y, tanto, que se contagia con suma facilidad. Y si no, que se lo pregunten a los de líbraNoos, Señor, de la Tentación, o de lo que sea. Y con estos ingredientes ya tenemos una mezcla bien sabrosa como corpus delicti: LíbraNoos, Señor, de las Rotondas, o lo que sean, de Ripollés. Pero qué sería de una buena ensaladilla sin besugo? Sí, sin un buen Besugo. Pues, hala, una buena cantidad. Bonito y del norte: A veces, la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, y eso también es una decisión- Marianus, dixit. Así que, LibraNoos Señor, a veces, de tomar ninguna decisión, y eso también es una rotonda de Ripollés. A nosotros, en casa, -dónde, si no?- nos gusta el picante. Un poco, sin abusar. Le da un toquecito. Pepinillos, por ejemplo. Venga, quillo, unas tiras del Botafumeiro Calixtinus, los niños del coro, el cepillo, el electricista y su mujer. A veces, de cepillarse escolanos, líbraNoos, Señor, del electricista y su mujer, y eso también es una Ensalada. Como las de Mateo Flecha, que mezclaba castellano, catalán y latín, todas las lenguas, amén de cualquier tipo de onomatopeyas, todo en una sola de sus composiciones, casi rusas, como la ensaladilla -totum revolutum- o los Razumovsky de Beethoven. Hala, también a la cazuela. Todo lo que nada, corre o vuela -como los gloriosos ejércitos- a la ensaladuela. LíbraNoos, Señor, de los escolanos, cantando ensaladas o cuartetos, a veces, alrededor de un cepillo, y eso también es un ejército. Sí, amigos, menuda ensaladilla. Ya me estoy relamiendo los hilillos. Y ahora, la salsa final. Marca Bauzá. Para ligarlo todo. Bueno, creo haberlo puesto todo, #salvoalgunacosa. A vegades, Senyor, a mellor decisión es no tomar totum revolutum, i això ere bai da alguna cosa. I un sol esplendent, un rei sol gairebé borbònic, riu a riallades la seua podrida jugada mestra. De lo que no se puede hablar, mejor tacet.
dimecres, 20 de febrer del 2013
La ensaladilla
Siempre que puedo, contando con el permiso de la autoridad -don dinero- y si el tiempo no lo impide, aprovecho la mañana del miércoles para darle a los pedales. Hace tiempo que estas escapadas de entresemana se han visto defraudadas por un régimen de vientos fortísimos que conseguía o dejarme en casa vestido de oro y negro y a la espera -con o sin montera- o, lo más habitual, hacerme dar media vuelta al ruedo a medio camino de media plaza de media nada. Hoy miércoles, día 20 de febrero del año en curso, como el viento ha decidido desinflarse tras conseguir derribar un par de objetivos estratégicos: la escultura parlante de Ripollés y la glorieta millonaria de la Ciudad de la Luz, ha venido la lluvia para sustituirlo. Y aquí estoy, sin pedales sin rotondas sin palomas caídas -non totus tuus- y con deberes. (No, no estoy vestido de oro y negro. Ni llevo montera en la intimidad) He de preparar la comida. Suelo hacerlo todos los días. Pero hoy, con toda la mañana por delante, voy a emprenderla con una ensaladilla rusa casera. Una ensaladilla "de aquí te espero", de "nihil obstat". Algo laborioso, lo reconozco, pero gratificante en todos los sentidos del término, con o sin sobre. Nihil de congelados. Nihil de precocinados. Nihil de pre-preparados. (Malditas redundancias) Lo mejor para una ensaladilla, amén de rusa, son los productos del día. Bien frescos. Por ejemplo, la susodicha rotonda de la Ciudad de la Luz. Una buena base. Bien cocidita, pero con su turgencia. Nada de ir aguando los ingredientes. Cocido al vapor de los hechos: 2'3 millones de €, y una ventolera la tira a tierra. Por cierto, ha sido comenzar a trocear daditos de la rotondum, y ya quiere salir el tentador rey sol invitándome a dejar el noble arte culinario por el innoble vicio del pedaleo. Y hablando de nobles innobles, añadiré algo del llamado coronavirus, que por lo visto a todos gusta y a todos placet, y, tanto, que se contagia con suma facilidad. Y si no, que se lo pregunten a los de líbraNoos, Señor, de la Tentación, o de lo que sea. Y con estos ingredientes ya tenemos una mezcla bien sabrosa como corpus delicti: LíbraNoos, Señor, de las Rotondas, o lo que sean, de Ripollés. Pero qué sería de una buena ensaladilla sin besugo? Sí, sin un buen Besugo. Pues, hala, una buena cantidad. Bonito y del norte: A veces, la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, y eso también es una decisión- Marianus, dixit. Así que, LibraNoos Señor, a veces, de tomar ninguna decisión, y eso también es una rotonda de Ripollés. A nosotros, en casa, -dónde, si no?- nos gusta el picante. Un poco, sin abusar. Le da un toquecito. Pepinillos, por ejemplo. Venga, quillo, unas tiras del Botafumeiro Calixtinus, los niños del coro, el cepillo, el electricista y su mujer. A veces, de cepillarse escolanos, líbraNoos, Señor, del electricista y su mujer, y eso también es una Ensalada. Como las de Mateo Flecha, que mezclaba castellano, catalán y latín, todas las lenguas, amén de cualquier tipo de onomatopeyas, todo en una sola de sus composiciones, casi rusas, como la ensaladilla -totum revolutum- o los Razumovsky de Beethoven. Hala, también a la cazuela. Todo lo que nada, corre o vuela -como los gloriosos ejércitos- a la ensaladuela. LíbraNoos, Señor, de los escolanos, cantando ensaladas o cuartetos, a veces, alrededor de un cepillo, y eso también es un ejército. Sí, amigos, menuda ensaladilla. Ya me estoy relamiendo los hilillos. Y ahora, la salsa final. Marca Bauzá. Para ligarlo todo. Bueno, creo haberlo puesto todo, #salvoalgunacosa. A vegades, Senyor, a mellor decisión es no tomar totum revolutum, i això ere bai da alguna cosa. I un sol esplendent, un rei sol gairebé borbònic, riu a riallades la seua podrida jugada mestra. De lo que no se puede hablar, mejor tacet.
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Mother of beutiful love! Déu n'hi do de l'ensalada. Genial, gràcies. :-)
ResponEliminaGràcies a tu, Clidice. Sí, sí, indescripteibol.
ResponEliminaBona ensalada, o amanida, o poti-poti, demostrar el camí caminant, predicar amb l'exemple, evidenciar la teoria des de la pràctica. I diumenge, se mos emortarà el vent en forma de salada ensalada? Salut.
ResponEliminaDe eso nada, mañá domingo ez da haizea. A les nou on sempre, si tempus non prohibet. Salve.
ResponEliminajajajaj molt i molt bó!!!beset
ResponEliminaGràcies, Concha. Un bes.
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