dilluns, 30 d’agost del 2010

Amore traditore

Como casi todos los domingos, A suele ir en cabeza del grupo. No le importará si a lo largo del trayecto le dan algún relevo o dejan que se pelee a solas con el aire de la mañana. De hecho, prefiere esta posición a cualquier otra más resguardada. Siente cierto orgullo al cumplir una función que nadie le asignó convencido de que es útil al resto. Alguna vez, por comentarios extemporáneos, creyó incluso que se burlaban de él. Me da lo mismo, piensa, en el fondo me envidian, soy más fuerte que ellos, lo saben y me respetan. De ahí, que cuando este respeto se ve amenazado, A dispara todas las alarmas, se transforma en una especie de asesino en serie y actúa en consecuencia. Por la experiencia acumulada en estas situaciones, cree que las define lo sangrante, delictivo y común de su actividad, es decir, la cuchillada trapera, el hachazo, en el argot. Pero antes, intentemos aclarar qué es o quién es el causante de estas curiosas miserias. Es decir, el traidor. El lector comprenderá que este singular compañero no es del agrado de A. Dispara por la espalda y a la altura de los riñones. Nunca da un relevo. No cesa de lamentar el tiempo que lleva sin salir a rodar. Siempre le duele la espalda. Siempre ha engordado… Como en terreno llano, y a no ser por distracción de A, no tiene nada que hacer, este infame copain d'abord suele esperar a las elevaciones, más o menos acentuadas, del recorrido, para actuar. Recordemos, que las salidas dominicales, como las misas homónimas, no son ningún tipo de competición deportiva, no, sino un grupo de amici con una idea fija: o almorzar o rezar un rato. Pero, no obstante, el traditore, aprovechando la energía de los demás, salta, silenciosamente emboscado en su iniquidad, camino de su personal meta en lo alto de la rampa. ¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Tú también, Bruto? Y, claro, A salta a su vez. Y malgasta el doble de fuerzas para cazarlo y rematarlo. Tú, miserable, no llegarás antes que yo. Sí, ahora ríete. Haz ver que era un juego, una broma. Pero has caído. Tú, también has caído. Dada su tendencia analítica, A contempla la posibilidad de dividir a estos ilustres meapilas en varias categorías, dos de la cuales considera realmente odiosas: el traidor a corto plazo u obsesivo y el traidor a largo plazo o letal. El primero, aunque molesto e ingrato como una mosca cojonera, suele ser de pecado venial. No sólo es inocuo, sino que acaba oficiando de verdadero estimulo deportivo. Por tanto, lo que realmente angustia de él es su patética chulería, el insondable infantilismo con que ejerce esta actividad autodestructiva. ¿De qué se reirá tanto? Porque realmente es siempre el tipo más oscuro y chuparruedas de la grupetta. Al que se acaba dejando por imposible. Al que si utilizara todo ese empuje en beneficio del resto, sus hermanos de rueda se lo agradecerían con una mayor cercanía afectiva, por decirlo de alguna forma. Pero no. Así, que si en uno de sus ataques la cadena le salta, se sale del plato y le hace rodar -a él y a la bici- sobre el asfalto, a resultas de lo cual se fractura la clavícula, pues se aplaude con las orejas y con ganas: se lo ha ganado a pulso. El segundo es, sin embargo, de pecado mortal. A este se le viene esperando desde siempre. Nadie recuerda cuándo empezó la cosa o si siempre fue así. Es el lastre, la cruz que se acepta con resignación y caridad viciclista. Se le espera en las subidas, en las bajadas, en el llano. En todo lugar habido y por haber. Se queda siempre. Se le saca de rueda al más pequeño endurecimiento del ritmo y nadie comprende el porqué. Está bien de forma. No, muy bien. Sabemos, aunque lo niegue, que sale con mucha frecuencia. Entrena el fondo corriendo por la playa. Le ayuda, además, la natación. No hay recorrido suficientemente largo para él. Pero se queda. Siempre se queda. Piensan si tal vez se pasa con el entrenamiento. Pero no. No es ese el caso. Y un día A comprendió al fin sus razones. Un amargo día, todo sea dicho. Aquella calurosa mañana de agosto eran pocos, dos o tres contándole a él. Hacía un bochorno intenso, obsceno como el beso viscoso de un viejo verde y la temporada iba a la baja. La cerveza del verano, el dolce fare niente, las veladas con los amigos, las copas, los recorridos más cortos y lentos, en fin, las vacaciones iban dejando su poso de tranquilidad y forma física en caída libre. Por tanto, no le importó, o no les importó -de hecho, A es incapaz de recordar el número exacto de la partida- pedalear con él imaginando que una vuelta relajada nunca viene mal para estirar las piernas. Así no sales solo o solos (sic) Sin embargo, empezó a extrañarle/s que cerca del puerto, allí donde la cuesta comienza a empinarse seriamente, no sólo no tuvo/vieron que poner en marcha la letanía de esperas, sino que comenzó a marcarle/s el ritmo. No daba/n crédito, no podía/n creerlo. A no tenía previsto esta situación y le estaba costando aclimatarse. No es que el esfuerzo fuera mayúsculo, pero allí donde él tenía pensado que debería rebajar su empuje y esperar, sucedía justo lo contrario, tenía que apretar y seguir, como le pasó a los demás, si es que había alguien más. Así que tuvo/vieron que reconocerse a sí mismo/s que comenzaba/n a flaquear. El ritmo le/s parecía, si no duro, sí exigente. Y de pronto le escuchó/aron decir: "venga vamos p'arriba". Y aquel tipo, a quien todos deberían estar aguardando, con un pedaleo totalmente desconocido y sin levantarse del sillín se alejaba con la misma rapidez con que A -y, tal vez, los otros- comenzaba/zaron a notar el intenso dolor de la hoja oxidada entrando, profunda como un abismo de acero, por el riñón derecho en dirección al hígado. A sufría, no tanto al respirar, sino por la acción misma del pedaleo que le repercutía en la herida, desorientado totalmente por la verdad. Evidentemente, ni a él, A, o a ellos les esperó nadie. Era la traición del desamor vivido. De los que llevan la miseria tatuada en la sangre. Y ahora entendía/n las desesperadas llamadas perdidas que alguien hace cuando se descuelga del resto y calla.

dijous, 26 d’agost del 2010

Els tres porquets


Image de la xarxa

Des del seu blog, Aramateix, Zel ens proposa fer una versió del conegut conte dels tres porquets. Fent promoció del viciclisme, com sempre, ací baix teniu una modesta aportació: l'aventura viciclista dels coneguts germans. Tant de bo passeu una bona estona.

Bé, ja heu sentit, la mare ens despatxa. La teníem ben farta. I ací som, al camí. On anirem ara? es preguntaven els tres porquets. Doncs a mi el que menys em preocupa és on anirem, la veritat, sinó, més aviat, com anirem, va dir el porquet petit. Què vols dir? li preguntà el germà gran. Home, no sé on caurem de cul, però caminant a peu ja em diràs el que avançarem i el mal de peus que tindrem, li contestà. Això mateix pense jo, afegí el porquet menor. De fet, tinc una nafreta al turmell que no em deixa tranquil. Caram, sí que en sou de delicats, va dir el major. I, fregant-se amb la grapa dreta el cap pelat, rumià: anirem fins al poble més proper, farem per trobar solució al que estos em diuen i ens encaminarem cap a la lloma del ll.... n'és l'única sortida cap el futur. He sentit dir que rere d'aquest cim el més important és el que no hi ha, i vull saber de què es tracta. Els altres germans acceptarem la idea, no sense cert malestar, ans recel, i somiant en un repòs, a la fi, ben guanyat. El que ningú de tots tres podia imaginar-se era l'extraordinària aventura amb que l'atzar donaria cos als seus mals de caps.
En aplegar a Vicicity, quedarem bocabadats per la rodonesa de tot el que hi veiem. Cases circulars o molt supeditades al model llesca de carabassa. Edificis igual que cadenes d'anells pujant cap al cel. Carrers que no eren sinó rotondes entortolligades. Finestres, portes, teulades i claraboies de volandera donaven un aspecte de formatge gruyère a les illes dels carrers. Caram quina cabòria més rodataire. Endemés, tot és donar voltes i voltes i sempre som al mateix lloc. No ho cregues així, germà gran, va dir el petitó. Si n'hagueres mirat prim t'hagueres adonat que no tots el cercles són el mateix i per tant els carrers, encara que rodons, són diferents. Fes una ullada als rètols: Roda del Pinyó. A la dreta, Roda del Gran Plat. Més enllà, Roda de la Cadena. Ací prop, Rulevard Manillar. Allà, Quadre de Primavera. Està bé, està bé, ja ho he comprés. Bé, i què diu el llest que deuríem fer? Molt fàcil, va interrompre, cridant, el menor, menjar, tinc més fam que un ll….. i em menjaria un h….. sencer. Què dius ara? No digues paraulotes o la mama ens renyirà si s'assabenta, li recriminà el germà gran. Però com vols que se n'adone, li baladrejaren a duo, si ens ha fet fora de casa?... Bé, deixem-ho córrer, liquidà el porquet gran.
Com no podia ser d'una altra manera, la porta del McRodan's era un anar i vindre de dues fulles circulars de cristall amb varetes radials com un parell de paraigües oberts encreuant-se al dia i a la nit. L'hamburguesa de promoció (2en1) és deia McBigPlatPlus amb 55 dents d'all formant un gira-sol (un poquet forta de gust, ho reconec, però als porcs els hi feia perdre la xaveta) venia acompanyada de filferros de patata cruixent i marxapeuets de ceba arrebossada i un bidóCola fresquet de mig litre. Tot per tan sols 1 baula i 3 boletes de coixinet. A més a més, afegia la possibilitat d'aconseguir una de les tres vicicletes del sorteig d'aquell dia. Pensat i fet. Menjarem barat i amb les vicicletes rodarem pel món, tranquil·litzà el major als seus germans. No vages tan de pressa, que encara no hem pegat ni el primer mos, pensaren ambdós. L'hamburguesa, no cal dir-ho, els hi va decebre. Encara que rodona i en puntetes, no era com la que els hi feia la mare. I al sorteig els hi va tocar, el que de primer antuvi els semblà inútil, tres cascs, un per cap, de vicicliste. Què hi fem amb açò? pensà en veu alta el porquet gran. Els venem i ens comprem boles de gelat, assaborí el menor. Què dius, burro? No compreneu que és una senyal? tercejà el tercer. Amb els diners de la mare comprarem vicicletes, una per cadascú, i farem camí profitosament i amb comoditat. S'acabaren les nafres i els mals de peus, va concloure el petit. Per una vegada tots tres varen estar plenament d'acord. Preguntaren a la nena de la caixa i ella els encaminà a la tenda de vicicletes més propera. Quantes baules i boletes tenim? li preguntaren al major. En tenim de sobra, i prou, resolgué. Caram, i com ho saps?... Ni els contestà.
Bona tarda. Bona tarda, vostès diran. Volien unes vicicletes per a fer força camí. Què ens recomana? Depèn del camí. Què vol dir? Per l'amor impossible de les bieles, exclamà, no és el mateix botar pel pavès, que arrossegar-se per una pista forestal o rodar fi pel plaent asfalt. Mire, el que ens preocupa és poder creuar la lloma del ll…. ja m'entén, oi? Ja, el "Mal passet", de malnom conegut com a "Tourllopet", vostès perdonaran l'expressió, però entre valents podem dir-ho. Què vol dir que podem dir-ho entre valents? Bé, cadascú conta el ball com li va… ja m'entenen, oi? Doncs, no, la veritat, tallà de sobte el porquet petit. Però vostè el coneix, aquest port? intentà reconciliar el germà gran. No diria ni que sí ni que no, els confongué aquell dependent grasset, rodonet també ell -buf!, quina dèria de ciutat. Pot ser més clar, va dir el petit, que ja començava a estar ben fart. Bé, si volen que els siga franc, ningú no ha tornat per a aclarir-ho, és tot el que els hi puc dir. Caram, ara si que ens deixa ben parats, conclogué el major fregant-se alhora la barbeta amb mitja grapa. Tot i així, passaren una bona estona decidint quin tipus de vicicleta seria la més adient per a fer aquell camí desconegut que els portaria, o no, fins al seu futur, fins a aquell lloc on el més important era el que hi faltava. Al capdavall, el major es va decidir per una vicicleta de mountain bike, roja sang, amb una suspensió que feia bondat amb tot tipus de llambordes i totxos. El menor, massa acomodatici, apostà per la de passeig, grogueta i xaparra. Amb aquesta poltroneta, li aclarí el venedor grasset, no notarà pas els encenalls i pedretes del camí i és tan acollidora com un refugi de muntanya. Però el petit no va acceptar ningun tipus de consell. Quedà encisat de primer raig, com una fiblada d'amor, per aquella gràcil vicicleta de carretera, lleugera com una palleta i blanca com un somriure. Aquesta, vull aquesta. Però, sols funciona ben bé a l'asfalt, porquet meu, li tinc que advertir -altra volta el dependent- i és delicada com si fos de Gandia. Això m'està bé, no es preocupe per mi. I de baules, tindrien prou de baules els tres porquets? Doncs no. Però miraculosament el venedor acceptà el que portaven com a bestreta, sempre que hi tornaren i li feren cinc boletes de coixinet sobre el "Tourllopet". I perdoneu l'expressió però com som entre valents…
Bé, ja els tenim en ruta. Totes sis rodes xiuxiuegen. Les sis peülles als manillars, els sis unglots als marxapeus, les sis natges als sellons i els tres cascs de McRodan's als caps. Poc a poc s'acosten al coll del ll…. I el vent comença a bufar. Ben bé ningú sap la seua direcció. Colpeja de costat, de front, als ronyons. Es tambalegen. Se'n surten. Altra bandada. Estabornits pel soroll, es fan forts pedalejant plegats. Però el petit és el que pitjor ho passa. La lleugeresa de la seua bonica vicicleta juga en contra seu. Si hagueres comprat la mountain bike, ara et sentiries més segur. És sòlida i aguanta, com una casa de maons, els embats del vent. O al menys amb la de passeig aniries més còmode, ben instal·lat com al saló d'una casa de troncs. Però, al porquet petit totes aquelles paraules dels seus germans li fan mandra. És cert que pateix pel vent furiós. Que li maltracta els costats i el zumzeja com a una palleta, com a un castell de naips que algú ha decidit enderrocar. Però li fa tan de mal imaginar la seua vicicleta, aquella bellesa blanca, a terra i en mans d'aquell fastigós vendaval, que traient força dels seus somnis aconsegueix, redreçant-la, posar-s'hi a cua del grup, alhora que comença a ensumar com podrà dominar la rufaga d'una vegada per totes. Però la força del lladruc ventós no amaina. De fet, ja capficats en la nit obscura d'aquesta ascensió al "Mal passet", un bordar obsessiu deixa sense poder empassar-se la saliva als pobres porquets. Glups! A més a més, la pendent comença a ser insuportable, intractable, massa empinada. Els desnivells s'acreixen amb la mateixa força dels batecs dels seus tres petits cors. I va ser en aquest mateix punt anguniós, en aquest terrorífic "mal passet", quan dues llums blanquinoses com dues espases fredes, tèrboles i camaleòniques -és a dir, amb total independència visual- es remogueren entre la fullaraca d'un bosc negre com un forat de la galàxia. AAAAAAhhhhhh! No puc més, aquest trasto pesa molt. Les cames em tremolen i amb prou feines si puc pedalejar. El maleit ll…..em menjarà. OOOOOOOhhhhhhh! A mi m'agafarà primer, estic fet un nyap, passejar no és el que toca quan tens que fugir. UUUUUUhhhhhh! va dir el germà petit. I els espantà molt més que el propi vent udolador mentre els superava. Va posar-se al capdavant del grup. Gràcies, ara, a la lleugeresa de la seua xicota i a la posició més arrodonida tallava el vent amb fermesa i, aprofitant el camí que se'ls obria, tots tres reprengueren l'ascensió de la lloma amb renovada vitalitat. Però aquelles dues llums començaren a brillar de sobte amb un color groc biliós, passaren ràpidament a roig encès i desprès de un paf! simultani quedaren més negres que el forat d'un cul. Eren les llanternes del guardabosc i del seu fill, prou empipats, tot siga dit, per la comanda de la mare: vull sopar ous ferrats de periquito. I quan s'han vist de periquitos als boscos de pins? maleïen al mateix temps pare i fill. Pare, per què de periquito?... Bona pregunta. Bé, ja hi tornarem un altre dia. En aplegar a dalt, el vent va deixar de bufar instantàneament. Els porquets s'abraçaven molt contents i com a bons germans. Mentre, les vicicletes, arraconades a l'altra vorera com tres boles -roja, groga i blanca- a la taula de billar verda d'un racó del cim, es miraven de cua d'ull. I sols dues esguards de pupil·la encesa varen creuar de banda a banda la carretera.

divendres, 20 d’agost del 2010

L'alegria de la penya

Conseqüència, sens dubte, de la seua bonhomia, l'amic Alberich comentà fa uns dies l'anterior post d'aquest blog vicicliste. Tot i que confessa s'estima més el no sempre fàcil, hui en dia, art de caminar, hi apunta: "Per casa nostra –Barcelona i els seus rodals- hom pot veure llocs on hi ha aparcades bicicletes i si hi entres, a l’establiment hi trobaràs una bullanga divertida i sorollosa, cruspint botifarres i bevent en porró. Sempre m'ha agradat barrejar-me amb tan esportiva i divertida penya". La propera entrada que jo n'estava pedalejant era Amore traditore, que trata com us podeu imaginar de ganivetades ciclistes a l'esquena, allà on són el ronyons. I clar, aquesta valoració forana me'n ha fet rumiar, i molt. Qual és la font inesgotable de tanta alegria, fins i tot contagiosa? Serà la qualitat de germanor, tan recurrent i malentesa a casa nostra? Serà l'il·lusori retrobament amb un temps, la infantessa, que crèiem havia desaparegut per a mai de la vida? Satisfer en companyia una fam ben guanyada amb l'esforç físic? O, si en som més pragmàtics, la ingesta, potser massa generosa, d'alcohol per a saciar una set que no sols és producte de la deshidratació? Que el vi en gasosa o la cervesa freda -de la Coca-cola ja en parlarem- són els líquids essencials del vicicliste, ningú deuria de dubtar-lo. La mitologia ho confirma, tant com la gasolina i l'aigua del radiador ho són del cotxe. I, tanmateix, em costa entendre que les flagrants deslleialtats en la ruta queden dòcilment aparcades prop de les bicis quan arriba l'àpat. Digueu-me suspicaç. De fet, tot un subtil món de detalls encisadors s'estén damunt el paper que cobreix la superfície plàstica de la taula. Si mirem prim, un joc prou sofisticat es desenvolupa al rerefons de la comanda del menjar. N'hi ha qui demana directament plat combinat -forquilla i ganivet- postres, carajillo, xupito o copa i xampany, i deixa els bocatas per al ramat. A l'altre extrem, però amb les mateixes ambicions i distanciament, és aquell que o no menja res -"un café solo, gracias"- o s'empassa el seu propi plàtan o d'altra peça de fruita o barreta energètica. Són, ho haveu endevinat, l'aristocràcia del barri. L'un, perquè és tal la seua classe que pot malbaratar-la en dispendis pantagruèlics. L'altre, perquè segueix un camí d'ascetisme i perfecció que acabarà elevant-lo -tot siga dit, per pujar més ràpid- a l'ossera dels ciclistes. I a l'entremig, la xusma. Amics tots, sí, però xusma. Que mengen amb modèstia i discreció -"donde hay vino beben vino y donde no hay vino agua fresca"- el seu entrepà de ració mentre riuen, ningú sap ben bé perquè, les humiliacions rebudes no fa ni deu minuts. Sí, ja sé el que esteu pensant. Home, que tots els grups de ciclistes no són així. Cert, molt cert. Heus ací la diferència entre el grup vicicliste -potser el que Alberich descriu- i la penya taurina, perdó volia dir ciclista.

dilluns, 16 d’agost del 2010

L'auca de la "vicicleta"

Des de Tumateix ens proposen el joc de l'auca. Aquesta que ací teniu sobre la vicicleta vull dedicar-la a tots els amics i amigues de la Bici i de manera molt especial a R.

Dues rodes, amor, gaudeix.
Si una tira, l'altra espenta
i et xiuxiuen el mateix:
ara riu, sigues contenta.


Antípodes marxapeus.
Si l'un a dalt, l'altre avall.
Ja no saps si cap o peus:
què més dóna al capdavall?


Plat gran, ràpida passió.
Plat petit o mantinguda.
Tu diràs la posició
de la cadena volguda.

I dues mans al manillar.
I dues natges de primera.
Que no es volen aïllar
del quadre de primavera.



Imatges de la xarxa

dijous, 12 d’agost del 2010

La núvia de Frankenstein

La insistència degué ser de tal magnitud que al capdavall mon pare va claudicar. Doncs bé, tindràs la bici de carreres. Anirem comprant les peces i la muntarem. Què dius?... Què anava a dir? No m'ho podia ni creure. I molt menys ensumar l'anguniós temps d'espera que s'apropava. Potser es tracte de la més llarga lletania profana que he conegut -i conec d'algunes, malauradament. Jo tenia, evidentment, un model, un referent que aniria esvaint-se en l'oblit dels temps. Era, com no, una bellesa italiana que aparegué per casa. Grup Campagnolo Record al complet -fins i tot les corretges dels calçapeus portaven gravada la paraula clau: Campagnolo Brev.- quadre Colnago, selló Brooks, tubulars Clément vestint unes rodes Mavic com dues anells màgics. Tota una col·lecció de dades, fotos, marques… I també la certesa de la nul·la correspondència que tot plegat acabaria tenint amb la realitat. Però com tantes voltes passa, aquesta realitat superaria, a la fi, qualsevol previsió a la baixa que jo n'haguera pogut fer. Si fa no fa, vàrem invertir al voltant de huit llargs anys en fer-nos amb tots els elements. És a dir, si començàrem vora els meus 9 anys, no va ser fins als 17 complits de nou que conclogué el calvari. Albirant un tracte de favor, que al poc resultaria frustrant, començaren aquesta peculiar recol·lecció a les prestatgeries de Bicicletas Aucejo, al carrer Colón, prop de la desapareguda Radio Colón. Segons la meua mare n'eren familiars, més o menys llunyans, de la meua avia materna. Sempre us tractaran millor, va dir. Mentida. Tot i que jo anava en un núvol, tot i que l'intens i penetrant perfum dels neumàtics em posseí des d'aquell instant proustià i per a sempre, tot i que mon pare s'avenia amb el dimoni, aquell tipus estàtic al rerefons del taulell de fusta en esmentar-li la connexió sanguínia va posar una cara gris que mai no oblidaré. La primera collita, malgrat les intenses i nombroses oracions al desconegut patró de les bicicletes, es limità a un pinyó de 5 corones Triplex, selló Victus special i manillar cadet Olimpic d'alumini -tota una falta de previsió com ja us podeu imaginar. Apa, fins l'any que ve. No podeu ni imaginar la de voltes que arribaria a treure el pinyó de la seua capseta de cartró, del paper encerat que l'envoltava, untós de l'aromàtic oli de vaselina que el protegia de la corrosió. El feia rodar amb el dits i sentia la música meravellosa del seu líquid mecanisme intern, de la seua ànima. I al selló li donava, de tant en tant, greix de cavall a la seua part interna. Mantenia hidratada i pretenia amansir aquella dura pell que mai no acceptaria la forma de les meues natges. Molt poc a poc arribaren, a intervals desesperants, les llantes Nisi d'alumini, les bieles de doble plat i els canvis o desviadors Triplex, i els frens Olimpic. Ja veia la ziga-zaga de la cadena en els politjons, amb la sedosa i ferma abraçada que hi faria als plats i corones al canviar. L'autoritari i calibrat apropament de les pastilles dels frens argentats mats alpaca sobre el fons negre cautxú de les cobertes. Però quedava el més important, d'allò principal, diríem; el bastidor essencial d'aquell somni infantil: el quadro de la bici. L'estructura que donava sentit a aquest munt de conjectures. Però... Si el material aconseguit fins al moment, tot i ser de carreres, era a l'abast de les nostres butxaques, de quadros de carreres no hi havien per a mi a València. Lleugers, d'acer cromoly i espessor decimal. No hi havia a València quadre que pogueren comprar. I, altrament, havien passat massa d'anys. La meua esquena no s'avenia ja amb les mides del manillar cadet. Què hi farem? I la resta començaria a trontollar ben prompte si no hi posaven remei. Mon pare parlà amb el diable. Així, quan menys m'ho esperava portà un quadre de carreres a casa. Mai vaig saber d'on el tragué, ni li ho vaig preguntar. Era un model anònim de les èpoques heroiques del ciclisme que varen pintar a pinzell amb la resta d'una pintura a l'oli, per estalviar, color cafè en llet carregat horrorós. Massa gran per a la meua alçada, sempre he pensat, a més, que la forqueta i les beines i tirants n'eren sòlids. Digueu-me mal pensat. I clar, les seues mides varen suposar un rosari de maldecaps indescriptible. Trobar-li l'eix de pedaler adient amb pas de rosca francès, raríssim, ni italià ni anglès. Ajustar els frens, tot i el desequilibri entre la mida de les rodes i beines… Tot quedava descompensat, sense possibilitat de combinar gens ni mica la seua geometria amb els altres components. Al capdavall, però, quedà enllestida. No feia falta ser massa observador per adonar-se de les múltiples cicatrius esteses al seu cos i a la meua ànima. El que us deia, davant els meus ulls tenia d'allò més semblant a la núvia de Frankenstein. Això sí, de carreres.

dilluns, 9 d’agost del 2010

Eolo, el déu inestable

Aquest fill de Hípotes, resident a Eolia -eixint per la V-30 a l'altura de Bètera, a mà esquerra- és el que podríem dir un tipus de poc fiar. Gràcies a ell, però, ja podem assegurar el que fa temps ensumàvem, que la coneguda com a comèdia musical Set núvies per a set germans, amaga una de les històries més tèrboles de la ja per sí mateixa tèrbola història del cinema. Tant, que ni les seues camanduleres cançonetes podran lliurar-la de ser inclosa, a partir d'ara, dins el subgènere porno més fastigós i agosarat que conegueu, donat el greu, múltiple i festiu incest que hi es produeix. De fet, tots sis fills mascles del Eolo varen casar-se amb les seues sis germanes femelles, una mena de "seises" duals, libidinosos i olímpics. Nyas, coca. I és que Hollywood ho aprofita tot. A més a més, aquest abusananos no va tindre cap remordiment en regalar-li al pobre Odiseo un sac carregat amb tots els vents. Tots, clar, menys aquell favorable al seu destí, n'hi ha que ser malànima, per dir-ho amb suavitat. Per tant, què podem esperar els innocents viciclistes d'un bandarra tan descomunal? Doncs, que sempre ens toqui els nassos. Literal. Si ixes al matí, direcció ponent, vent de cara. O bé del costat nord amb força deu, que dius ara vaig a la cuneta presidencial. Si tornes, és migdia o més, sentit llevant, vent de cara. El mateix. O del costat sud, que t'engargussa la botifarra amb faves fins al capvespre. Per què, què he fet jo déu meu? A més a més, d'un temps a aquesta part ens fa guerra psicològica. Amb les noves tecnologies, el malparit s'ha tret de la mànega el que ja denominem temerosament vent virtual. Ni la fulla més menuda del taronger habitual ni la més fina de les herbes oblidades pels déus es meneja. Doncs, té igual. Avançar és quasi impossible. La densitat atmosfèrica es una gominola. Cada pedalada s'enfonsa en un asfalt tou, elàstic. Endemés, tot estabornit pel soroll d'un vent inexistent, dubtes seriosament de la quota de realitat del que estàs vivint. I Eolo, amb la seua play station plus es descollona de tu amb la mateixa mala bava que ho ha fet durant mil·lennis quan els seus netets li preguntaven sobre la diferència que hi havia entre un germà i un cosí o entre un fill i un nebot. Així que, amics, el vent sols ens bufa a favor el dia que aquest torracollons s'equivoca; és a dir, quan la bufa -mai millor dit- que duu damunt, conseqüència dels continus banquets orgiàstics organitzats a costa del pressupost de lliure disposició -bé, i dels altres també- és tan monumental que li capgira nostra benvolguda rosa dels vents. Al capdavall, aquesta és la veritat. I això que ens diuen els científics: que si el vent bufa de la part freda a la calenta, que al llarg del dia canvia segons la fluctuació tèrmica, etcètera… Per favor, com anem a comparar la solvència de la ciència front a la mitologia? Home, el dubte ofén. Eolo, com heu pogut comprovar, decideix els seus actes amb aquella part del cos per on llisca amb més fluïdesa la corrent ventosa. M'estalvie els detalls... Sí, millor serà.

dijous, 5 d’agost del 2010

L'amor objectiu

La col·lecció Dugast

Al Baró Negre, de qui aquest "amor objectiu" n'és deutor
i a la meua neboda Sara, ella sap ben bé el perquè.

André va respirar amb una plenitud que feia temps no sentia. Al que li digués que la causa d'aquesta barreja de joia i melangia venia de la disposició que algú altre n'estava fent d'aquell material dels seus somnis, d'aquella estranya seda de quatre fils quadrats, cadascú amb la seua torsió específica i creuats al viés, mai l'haguera cregut. La marca de llenceria que li servia la fibra en brut mai va tindre clar el tracte que l'André li dispensava, ni falta que els feia, deia ell. Però ara, n'estava segur, aquell jove ros, el Richard, aquell holandès errant, tenia a les seues mans el que Père Dédé -com l'André era conegut- ja va mostrar-li, amb tan sols quinze anys, al seu mestre Dourdoigne i que aquest anomenava l'amor objectiu. Havien passat quatre hores fins que va poder aïllar aquella banda primordial. Temps més que suficient per a revistar els seus començaments, les primeres intuïcions d'aquell oli lluminós com una seda líquida i inesgotable que fluïa ja per sempre a la seua sang. El so liqüescent d'aquells filferros invisibles que ell havia enfortit fins a la indestructibilitat. Home d'un temps ja passat, però que no fugia del present, encetà la caiguda dels flancs de cotó color mel amb una saviesa apresa, però no ensenyada. Sap que cada costura no sols té la seua pròpia finalitat al conjunt, sinó que corporifica les variants essencials, les precises adaptacions, el confort, el retorn natural, la deformació adient, la resposta ràpida al pensament i no a un cos en absència. Sap que aquesta fabulosa creació deu de tindre la flexibilitat de la colobra, la sensualitat d'un guant de cuir tendre, la distinció de l'amor objectiu i la seua conseqüència principal: flotar en apnea. D'això, que els teixits que ara engalaverna li rememoren un temps desconegut, on les successives capes del vernís prohibit que Guarnieri o Amati donaven a les fulloles encadellades dels seus amors objectius siguen, ara, parts de sí mateix. De fet, sempre ha escoltat el mateix, que els italians eren quasi intocables, i que la generació dels mestres francesos treballava a la seua l'ombra. Mai hem pogut apropar-nos, repetia Dédé amb una admiració resignada. Le Père sap que els trenta anys del seu taller no faran fum en el record, en la memòria ingrata. Que els seus models continuaran sent únics, a la mida, alta costura i no prêt à porter, d'aquells que xiulen en la passarel·la des de la primera pedalada.

La joia de la corona

dilluns, 2 d’agost del 2010

JLG, dietista en la sombra

Celoso de su intimidad, ocultando su verdadera identidad tras esa máscara indiscutible de aviador del siglo antepasado o de nadador olímpico del presente, JLG es, desde hace un tiempo, mi dietista personal y entrenador compartido. Tras el pajarón del 1 de agostoquema, el que esto suscribe comienza a tener, sin embargo, serias dudas -de las apellidadas ontológicas- sobre sus métodos dietéticos. Para el que en la nube de la memoria no acabe de despejar lo de la duda ontológica, le pondré un ejemplo que espero le tranquilice. La comida del 1 de agostoquema fue, como podréis suponer, muy triste. Mi mujer, queriendo distrarme, aprovechó la aparición televisiva de Jennifer López para intentar animarme. Gracias, cariño, desde aquí. Cosas así, unen a los matrimonios. "Te das cuenta, me dijo, de perfil tiene un culo inconfundible". Y de cara también, pensé yo con la velocidad del rayo que, según qué temas, nunca cesa. Pero callé; para contestarle, como quien no quiere la cosa: "y de cara es una contradicción". Quedé bien, creo, por la calculada frialdad demostrada. Pero, expuse, sin pretenderlo, una duda ontológica. Un culo de cara, admitámoslo, es un no-culo. O dicho de otra manera, la cara de un culo es un no-ser. Esa noche no puede conciliar el sueño, era de esperar. Y ya que estamos en agostoquema, y que por tanto el bochorno aprieta, considero que es el mejor momento para escribir un ensayo sobre el tema, que pienso titular: Para una ontología esencial de las no-témporas: revisión metaterminal del nalgar jenniferlopeziano, o algo por el estilo. Bueno, volviendo al tema. Como podéis comprobar en la siguiente instantánea, de no estar trucada, JLG consigue mediante sus estratégias -que podemos resumir con la siguiente máxima: bocata antes, durante y después del pedaleo- coronar elevaciones tan respetables como el Cabigordo, 1600 m. Con pruebas tan contundentes, pocos pueden poner en duda sus principios. Pero ahí están el 1 de agostoquema y la duda ontológica, claro. JLG, que teme le denuncien por intrusismo (temor que ni comparto ni comprendo, ya que profesionalmente es saxofonista de jazz) calcula que es necesaria una media de 3 -de los bocata mundi que al final del post encontraréis, algunos con doble ración porcina como suplemento vitamínico- para realizar una etapa llana de unos 75-80 km. De encontrarnos puertacos tremendos en la ruta, como Oronet & Cia., elevaremos la cantidad en 1 unidad o 1 y 1/2. De aquí, que la razón por la que aplazo sine die mi participación en la Quebranta es, consecuentemente, de orden logístico. ¿Cómo transporto en el maillot de 12 a 15 de los susodichos bocata mundi, los sendos -qué palabra, por dios- litros de cerveza fría en no sé cuántos bidones térmicos y los imprescindibles cafés del tiempo en flags caseros dentro de bolsas para congelados?... Hoy por hoy, imposible. Pero no pierdo la esperanza viciclista de hacer tan magna salvajada, la Quebranta, claro... ¿he dicho estupidez? perdón, quería decir hazaña. Sobre todo, si cambio de dietista personal y entrenador compartido, o no. He ahí, queridos amigos, el dilema. That is the question.



Ah!, se me olvidaba: propuesta de hidratación jotaelegiana

diumenge, 1 d’agost del 2010

Aghostcrema (i molt)

1 d'aghostcrema de 2010. Com tots el diumenges de l'any, faig cacera, collita. Però avui la planificació d'aquest ritus semblava adquirir des de bon començament un caràcter ben peculiar. Per què? Quina raó pot esdevenir suficient? Quina, ser tan majestàtica?... Molt fàcil, amics, companys de viciclisme, massa fàcil: a la carretera, hui, ¡no hi havia ningú! ¡Ningú! Podeu adonar-se del que açò suposa? Aplegues a casa amb les mans buides. La dona et mira als ulls dient-te "eh, què posem a taula, fenomen?" I tu abaixes el cap, sabedor del fracàs que suposa no tindre res que emportar-te a la boca aquest primer diumenge d'aghostcrema. Pedalejava i anava comprenent que hui hauria de tirar mà dels congelats. Que si tal dia li vaig aguantar roda a no sé qui del que ja no se'n recorda ningú. Que si fas memòria d'aquella pluja gelada del desembre passat. Que si… lo dit, congelats. Fins i tot anava rumiant una venjança. Denunciar, davant tot el món blogaire la deserció d'aquells sense dret a dir-se, d'avui endavant, viciclistes. El que directament és a l'apartament de platja. Au, doncs posat a remull fins que agafes el punt pansa de Corinti per a mai de la vida, aigualit de m… El que se'n va a la casa rural de 23º ó 25º de màxima. Tant de bo algú t'encomani una pneumònia i et quedes ben estirat, sec i fresquet al Pirineu, borinot. O el turista que vol sentir-se viu. Ala, aneu, i quan alguna secta islàmica us agafe d'hostatges, segur que desitgeu ser morts, ximples, que sou uns ximplots . Tota aquesta rancúnia feia voltes a les meues meninges fins que la realitat acabà imposant-se amb la força en que alguns s'odien a sí mateixos. Vaig passar de Vicicle-Gallito a pixafreda en dos cops i deu segons. El primer, va ser pensar en la possibilitat del mazazo periquiano i tot just començar a sentir-ho. Cony, quina pájara. Com vaig perdre la meua habitual alegría-de-pedaleo! Què té a dir el meu dietista, JLG?... (Faré un post i us explicaré els seus principis dietètics irrefutables, segons ell, clar) El segon, es varen corporificar. Qui? Ells, sí, ells, i ningú sap ben bé per on eixien. Per tant, jo ja no era a soles. Ja hi havia algú. I em passaven com si les pendents només m'afectaren a mi. El primer va ser la pansa de Corinti. Ei, nano, no m'ho volia perdre. La petada, volia dir el cabronàs. I el seu cos nu amb un bronzejat de llibre malgrat el dos dies que portava al Perelló i el mini tanga més fastigós que pugeu imaginar van passar com una exhalació. Primera estació. Hola, xato… el mocadoret, saps, és que tinc la gola amb raspera, fa tanta fresqueta, adéu. Tu tampoc volies perdre-t'ho, no, borinot?... Eh, què dius?... Però era tan lluny que no pagava la pena intentar respondre a punt com jo ja era del síncope. Segona estació. I clar, jo ja m'esperava el pitjor. Com un possés, motxilla, xiruques, cantimplora al damunt i no sé quantes coses més, el rei de l'aventura em passà sense adonar-se'n. Ni hola ni nano ni res. Tercera estació. 1 d'aghostcrema per a oblidar i, tanmateix, encara faltava la punteta. Anava dient-me: deus acabar, peti qui peti, deus arribar al cim, va, que ja… jo... Mire cap a terra i una ombra a l'asfalt em diu que quelcom em segueix. Torne a mirar i identifique un manillar recte. El súmmum, fins els mountanbikeros me la fotran avui. No gose mirar-li directament. Però per la cua d'ull veig roda fina. Pitjor m'ho poses. Quins viciclistes porten roda fina i manillar recte?... Sí, ho haveu endevinat: els iaios, els maleïts iaios. No, si jo ja... Els jubilats que dia sí i l'altre també fan, amb el mateix fervor, disciplina i recolliment que els cartoixans menjaherbes, la processó cullerenca, és a dir, València-Cullera, anada i tornada. Tot pla. Sempre pla. I un d'aquest seguia el meu ritme en l'ascensió depredadora (sic) d'avui. Quina mandra fa portar algú enganxat, oi? Tant si t'aguanta com si et deixa tirat, sols voldries dir-li: fill de la gran… com t'has aprofitat, malpa...! Quarta estació. Bé, arribe dalt fet un nyap. I no n'hi ha ningú ¡Ningú! Del iaio jo ja pense que ha picat cap el Garbí, però quelcom em diu que no, que m'equivoque. Dels "amiguitos del alma" jo ja ni parlar-ne. Aquí no hi ha ningú ¡Ningú! I és que aghost crema, i molt.